
Tanto se repite que las personas son lo más importante para una empresa. Pero hagamos un breve y simple test usando este paralelo. Imaginemos por un momento a las personas en una empresa, como piezas únicas, valiosas e irrepetibles, que perfectamente ensambladas, constituyen el motor que mueve a la organización.
Pero, ¿cuánto las conocemos realmente? ¿Les damos la atención suficiente? ¿Revisamos cuidadosamente las especificaciones que se requieren antes de incorporarla? ¿Las elegimos asegurando que calcen perfectamente y que podrán potenciar el funcionamiento de este motor? ¿Facilitamos su adaptación temprana e integración a los mecanismos ya establecidos? Si algunas de esas piezas no están funcionando adecuadamente, ¿tomamos las acciones oportunamente para no afectar el ritmo y poner en riesgo el funcionamiento completo?
Pensemos sobre cada uno de estos aspectos. Lo más probable es que en algunos lo estemos haciendo bien, pero es posible que alguno o varios de ellos los hayamos descuidado, que los problemas se sumen y terminemos lamentándonos de lo mal que funcionan algunas piezas. Este no es un problema ajeno a nuestras propias decisiones, sino el resultado de aquellas. Más vale estar atentos y conscientes, porque siempre se puede hacer mejor.